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El descubrimiento fortuito de una rana transparente resalta el tesoro inexplorado de la biodiversidad en Colombia
Los músicos salvajes de la Sierra Nevada de Santa Marta de Colombia dan un concierto todas las noches con la puesta del sol; los bajos gruñidos de ataque del mono nocturno, el canto de cigarra de la rana Geobatrachus walkeri y los cacofónicos chirridos de las cigarras armonizan una sinfonía de vida única en este lugar. Así que cuando el biólogo colombiano José Luis Pérez González escuchó el canto de un inusual vocalista anfibio en el arroyo junto a su campamento, sospechó que él y su equipo habían tropezado involuntariamente con una especie de rana desconocida para la ciencia.
"Habíamos salido a una expedición para inspeccionar una población de ranas arlequín y en el camino de regreso decidimos dormir junto a un arroyo porque estábamos demasiado lejos de la ciudad como para llegar al anochecer", dice Pérez González, vicepresidente de la ONG colombiana Fundación Atelopus, socia de GWC. "Nos aburrimos y fuimos a explorar el arroyo donde encontramos una rana de cristal, pero el canto de esta rana era muy diferente a los de la especie que ya conocíamos, la endémica rana gigante de cristal de Magdalena. Fue una hermosa experiencia encontrar una especie completamente nueva solo por el hecho de estar de ociosos. Fue un verdadero golpe de suerte".
Aunque ese viaje fue en 2015, Pérez González y su equipo no pudieron publicar su descubrimiento de la nueva especie, la rana gigante de cristal de la Guajira (Ikakogi ispacue), hasta esta semana en la revista científica PLOS ONE. El canto de esta nueva rana era ciertamente distinto, pero físicamente parecía ser igual a la rana gigante de cristal de Magdalena (Ikakogi tayrona), anteriormente la única especie conocida para este grupo de ranas de cristal Ikakogi, así que necesitaban más información para estar seguros.
Sólo con la realización de varias expediciones adicionales a través de lluvias torrenciales y espesos matorrales en la selva, el equipo pudo determinar que se trataba realmente de una especie nueva, encontrando diferencias en la morfología de los renacuajos, confirmando las diferencias en las vocalizaciones de las ranas, y finalmente, de manera concluyente a través del análisis de ADN. El equipo de descubrimiento incluyó investigadores de la Universidad de São Paulo en Brasil y de universidades colombianas como la Universidad del Magdalena, la Universidad del Quindío, la Universidad de los Andes y Universidad Nacional de Colombia.
"Tener la fortuna de descubrir una población saludable de una nueva especie de rana nos da esperanza dentro del contexto de la extinción, recordándonos que hay oportunidades para mantener y proteger nuestra maravillosa biodiversidad, y que necesitamos actuar pronto para asegurar un futuro para toda la vida silvestre que nos rodea", dice Lina M. Valencia, oficial de conservación de GWC en Colombia. "Esto es especialmente cierto en la Sierra Nevada de Santa Marta, que es un lugar intacto y poco estudiado, un lugar mágico lleno de maravillas y descubrimientos naturales. Contiene la increíble promesa de abundantes oportunidades de descubrimiento y protección".
Una historia de dos ranas de cristal
Estas dos especies de ranas de cristal Ikakogi forman parte de la familia más amplia de ranas de cristal Centrolenidae. Las ranas de cristal son conocidas por tener la piel del vientre parcial o totalmente transparente, revelando sus entrañas. Sus renacuajos viven en el lodo y en hojas caídas en el fondo de los arroyos, y a menudo se ven de color rojo porque la sangre fluye cerca de la superficie de su piel para ayudarlos a sobrevivir en un ambiente pobre en oxígeno. También tienen huesos verdes y los machos cuidan a sus crías, aunque la rana gigante de cristal de Magdalena y la rana gigante de cristal de La Guajira parecen ser las únicas especies de rana de cristal que tienen huesos blancos y se encuentran entre las pocas especies de rana de cristal en las que las hembras cuidan a sus crías (y lo hacen por un tiempo notablemente largo). Los biólogos aún no están seguros de por qué las ranas Ikakogi desarrollaron estas diferencias.
Debido a que la rana gigante de cristal de Magdalena y la rana gigante de cristal de La Guajira son idénticas físicamente, son consideradas especies "gemelas", hecho que jugó un papel clave en la denominación de la rana gigante de cristal de La Guajira. El nombre científico de la especie, Ikagoi ispacue, proviene de las palabras del pueblo indígena Kogui "tshi" y "spákue", que significan "gemelo de".
Incluir a la comunidad indígena en el nombre de esta especie y su conservación es imperativo para el futuro del animal, afirma Valencia.
"Durante muchas generaciones, las comunidades indígenas han vivido y protegido estos hermosos y frágiles ecosistemas", dice Valencia. "Ellos son los guardianes y protectores de estos territorios, este es su hogar, y lo que en última instancia amenaza la biodiversidad también los amenaza a ellos. Sus conocimientos, prácticas y cultura tradicionales están intrínsecamente relacionados con la naturaleza. Por lo tanto, es fundamental que trabajemos con los pueblos indígenas para lograr con éxito los objetivos de conservación".
Además, las cuatro comunidades indígenas que viven en la Sierra Nevada de Santa Marta (Arhuaco, Kogui, Wiwa y Kankuamos) tienen una relación profundamente arraigada con la naturaleza, incluyendo un enorme respeto por el papel que juegan las ranas en los ecosistemas que sustentan toda la vida en la Tierra. Para estos grupos indígenas, las ranas son un símbolo de fertilidad y salud del ecosistema.
"La naturaleza es un organismo vivo que produce vida. Tiene su propia historia y nosotros, como seres humanos, fuimos creados para vivir junto a ella. Para ello, necesitamos entender la naturaleza y sus historias", dice Lorenzo Gill, un miembro indígena de la comunidad Wiwa. "¿Qué tenemos que hacer para seguir protegiendo especies en La Sierra y especies recién descubiertas como esta rana? Lo más importante que podemos hacer es identificarlos, y con nuestros líderes indígenas crear una historia a su alrededor que nos ayude a entender el papel que desempeñan en nuestras vidas y cómo podemos vivir junto a estas nuevas ranas".
Tesoro oculto de la biodiversidad
Existen 78 especies de ranas de cristal que viven en Colombia, más de la mitad del número total de ranas de cristal en el mundo. La Sierra Nevada de Santa Marta, que es la montaña costera más alta de la Tierra y uno de los lugares más biodiversos e insustituibles del planeta (y un Área Clave de Biodiversidad), es un refugio notable para los anfibios en general, con 17 especies de anfibios que viven aquí y en ninguna otra parte del mundo.
Esto incluye cinco especies de ranas arlequín, uno de los grupos prioritarios de especies de GWC. Cuando Pérez González y su equipo emprendieron su viaje, estaban buscando una nueva población de ranas arlequín. La Sierra Nevada de Santa Marta es el hogar de una de las últimas poblaciones de ranas arlequín que quedan en ecosistemas de alta montaña.
Lamentablemente, a pesar de que nuevas especies son descubiertas y redescubiertas en esta área, estas también están bajo amenaza. El tratado de paz firmado en 2018 con el grupo guerrillero izquierdista de las FARC puso fin a la guerra civil en Colombia, dando a los conservacionistas la oportunidad de conocer mejor la biodiversidad del país, pero también aumentando el riesgo de una rápida pérdida de bosques a través del desarrollo. Además, la mortífera enfermedad infecciosa quítridiomicosis, causada por el hongo quítrido de los anfibios, ha aniquilado cientos de especies de ranas en todo el mundo y sigue representando una amenaza para los anfibios de Colombia.
"El descubrimiento de esta nueva rana de cristal es un llamado a la acción", afirma Pérez González. "Todos sabemos que este es un lugar de alto endemismo, pero la verdad es que hay pocas acciones de conservación. Necesitamos planes de manejo a nivel regional y nacional que nos permitan invertir recursos y tomar acciones para conservar la Sierra Nevada de Santa Marta".
Pérez González informa que la población de las especies recién descritas parece ser estable, pero las acciones de conservación dependerán, en gran parte, de una evaluación de la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN de cuán cerca de la extinción puede estar la rana gigante de cristal de la Guajira, dadas las amenazas en el área.
"El primer paso hacia la conservación de esta rana de cristal reconocida recientemente será evaluar su riesgo de extinción, tanto en la Lista Roja nacional como en la Lista Roja mundial, considerando aspectos de su rango, estado de la población y amenazas", dice Kelsey Neam, oficial de programa de GWC para las evaluaciones de la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN. "Sólo entonces se puede diseñar e implementar un plan de conservación efectivo para asegurar que esta población de ranas únicas permanezca saludable en la Sierra Nevada de Santa Marta por milenios."
El plan para conservar esta especie también dependerá de lo que los investigadores sean capaces de aprender sobre la especie en términos de su dieta, ecología, necesidades de hábitat, fisiología reproductiva y cuidado parental.
"Encontrar esta especie no es donde termina el trabajo", dice Valencia. "Aunque la especie fue encontrada en un área pristina, la Sierra Nevada de Santa Marta es un lugar frágil que enfrenta muchas amenazas a raíz del cambio climático. Tenemos que empezar a trabajar junto a las comunidades locales para proteger este hermoso bosque, su increíble biodiversidad y los medios de vida locales que sustenta".